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Las nuevas tecnologías se están abriendo paso en todos los sectores de la industria. Algo que por desgracia también afecta al apartado armamentístico. Hace poco veíamos como el Ejército americano había iniciado una novedosa red de plantas espía para utilizar en todo tipo de contienda. Unos vegetales modificados genéticamente que han supuesto un antes y un después en las técnicas de ocultación. Pues bien, parece ser que al ejército más potente del mundo le ha salido un competidor. Supuestamente, Cuba utilizó armas sónicas para incomodar a los empleados americanos. Al menos eso han asegurado desde la embajada de Estados Unidos. Te lo contamos.
Un sonido inaguantable
El pasado mes de octubre, la Embajada estadounidense de Cuba reportó sucesos relacionados con unos extralos síntomas físicos. Más de 20 empleados de la embajada americana sufrían dolores de cabeza, nauseas, desorientación y malestar general. Por eso desde el entorno más cercano se empezó a especular con un ataque realizado con armas sónicas.
Desde el país caribeño aseguran que no disponen de un armamento tan potente, y que esos síntomas pueden estar causados por el incesante sonido de los grillos y las cigarras. Después de los análisis pertinentes, los americanos han admitido que el sonido que se escucha en las grabaciones es muy similar al de este tipo de insectos. Aún así, los expertos no están convencidos de que el origen de estos síntomas esté relacionado con los grillos.
El enigma de las armas sónicas
Las armas sónicas siempre han sido una verdadera incógnita que está cada vez más cerca de resolverse. Estados Unidos y Rusia parecen haber sido los únicos que han experimentado con un armamento desconocido del que conocemos escasos datos. Los arsenales sónicos son un auténtico misterio y lo único que se conoce públicamente es el dispositivo llamado LRAD (acrónimo de Long Range Acoustic Device). Un arma sónica que es capaz de crear un haz sonoro de 162 decibelios. Cabe destacar que el límite del dolor humano se limita a los 130 decibelios.
Está claro, echar las culpas a los grillos y las chicharras de unos síntomas propios de las armas sónicas no tiene mucho fundamento. La gran mayoría de los especialistas basan sus argumentos en un claro caso de histeria colectiva. Es decir, las afecciones de los trabajadores de la embajada están claramente relacionados con un origen somático que genera un trastorno en el sistema nervioso.
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